Los encuentros sin duda pueden marcar nuestra vida.
El encuentro con una persona, un libro, una enseñanza, nos puede llevar a una oportunidad laboral, a un cambio en nuestro estilo de vida o hasta iniciar una nueva relación.
Los encuentros tienen mucho de mágico, algunos incluso podrían considerar que tienen algo que ver con la suerte, porque no todos los encuentros son afortunados. Es cierto que puede haber encuentros trágicos o perturbadores, llegando a marcar un antes y un después en la vida, pero sin importar que clase de encuentro te alcance, todos los encuentros tienen algo en común, lo inesperado.
El factor sorpresa que reviste al encuentro lo puede convertir en algo hermoso o abrumador; y es que aunque intentamos a toda costa tener un cierto control de lo que vendrá utilizando agendas y calendarios, haciendo planes para encontrarnos con alguien -lo cual considero muy útil y necesario- no podemos evitar que “el encuentro” llegue de manera sorpresiva a nuestra vida convirtiéndose muchas veces en un factor que cambie el rumbo de la balanza de nuestra vida.
Hace un par de meses tuve uno de los más maravillosos encuentros cuando un zorrillo y su cría aparecieron frente a mi, cruzando la carretera al tiempo que yo. Me detuve por completo y presencie uno de los espectáculos más bellos y enternecedores del día.
Sin duda todos los encuentros nos dejan algo que saborear, como cuando llegas a una cafetería por un momento y descubres en la mesa de enfrente un amigo que hacía tiempo no veías. Todos estos encuentros pueden resultar familiares para nosotros por que aunque se mueven en el ámbito de lo inesperado se manifiestan en el exterior y en la cotidianidad de nuestra vida, pero hay otro nivel de encuentro mucho más profundo que aparentemente no tienen nada que ver con el exterior y surge desde nosotros, me refiero al encuentro contigo, es decir desde el SER.
Este encuentro te llevará a territorios no explorados, al mundo de los aprendizajes, creencias y memorias inconscientes al de los recuerdos olvidados que han determinado nuestra vida.
Cuando entramos en ese espacio el Yo pierde toda dimensión, y comenzamos un descubrimiento mucho más interesante que cualquiera que hubiera vivido jamás.
El encuentro contigo mismo también tiene un factor de inesperado, pues te puede sorprender descubrir quien eres realmente detrás de todo aquello que vas quitando como capas de cebolla. En ese espacio, los encuentros dejan de ser fortuitos y te descubres como co-creador y el encuentro se vuelve infinito, no termina por un instante sino que es permanente por que te conecta con lo que realmente eres y por ello cuando te encuentras no quieres separarte jamás.